La fuerza de Transparent reside principalmente en la naturalidad y sinceridad con la que trata cada uno de los temas. La familia, la religión, la sexualidad, la crisis existencial de los personajes son algunos de los argumentos con los que Jill Soloway salpica cada episodio. Desconocemos cómo sería la vida de los Pfefferman sin la famosa premisa con la que inicia el episodio piloto, pero el tan comentado anuncio no es a mi parecer lo que hace de esta serie una rara avis en la ficción actual ni por supuesto lo que la hace tan interesante y atractiva.
Los guiones, dígase tramas y diálogos son sofisticados, intelectuales y no por ello pretenciosos. Realmente es todo lo contrario, es la sencillez de sus complejos personajes, el enfoque y tono con los que la verdad de cada uno de ellos es expuesta lo que hace que por más que muestre realidades y preguntas que antes otros no habían mostrado los espectadores devoremos cada entrega con empatía y pasión. Esa familia disfuncional, enfrentada y unida a un mismo tiempo, extravagante y común, divertida y dramática, perdida y única es la nuestra. La sintonía e imágenes de videocámara de los títulos de crédito así nos lo dicen. Vamos a ver esbozos de un álbum familiar, sus secretos, lo que quieren ser y lo que se atreven a ser.
Transparent hay que verla, porque verla es quererla, por su libertad creativa, por su calidad interpretativa, por lo rompedora que es, porque aquí la pregunta que la señora Winterson hizo a su hija la escritora Jeanette ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? no tiene cabida, porque lo normal es aburrido, porque es una serie loca donde cualquiera que sea nuestra definición nos sentiremos identificados con sus sentimientos, sus alegrías y sus anhelos. Ojalá más series transparentes.
Los guiones, dígase tramas y diálogos son sofisticados, intelectuales y no por ello pretenciosos. Realmente es todo lo contrario, es la sencillez de sus complejos personajes, el enfoque y tono con los que la verdad de cada uno de ellos es expuesta lo que hace que por más que muestre realidades y preguntas que antes otros no habían mostrado los espectadores devoremos cada entrega con empatía y pasión. Esa familia disfuncional, enfrentada y unida a un mismo tiempo, extravagante y común, divertida y dramática, perdida y única es la nuestra. La sintonía e imágenes de videocámara de los títulos de crédito así nos lo dicen. Vamos a ver esbozos de un álbum familiar, sus secretos, lo que quieren ser y lo que se atreven a ser.
Transparent hay que verla, porque verla es quererla, por su libertad creativa, por su calidad interpretativa, por lo rompedora que es, porque aquí la pregunta que la señora Winterson hizo a su hija la escritora Jeanette ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? no tiene cabida, porque lo normal es aburrido, porque es una serie loca donde cualquiera que sea nuestra definición nos sentiremos identificados con sus sentimientos, sus alegrías y sus anhelos. Ojalá más series transparentes.
Olaya Pazos para Niebla Road
Un momento de la serie "Transparent" |
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