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El último episodio de la quinta temporada de Veep, Inauguration (Investidura), recoge una de las mejores secuencias de una serie brutal y despiadada, sin duda la mejor comedia de los últimos años. En él, una descompuesta presidenta saliente –qué actriz tan inmensa Julia Louis-Dreyfus– insiste en una reunión con su séquito en la necesidad de dejar un legado para la posteridad. Ante las dudas de todos los miembros del gabinete, se levanta airada y exclama:
– ¡Envíen los buques de guerra a los mares del sur de China! ¡Quiero mi Premio Nobel de la Paz!
Sin duda, esta frase es el epítome de una serie nada amable, que mezcla la sitcom con el drama político en tramas en ocasiones enrevesadas desde un punto de vista cáustico y, desde luego, al margen de toda convención.
No hay piedad por ninguno de los personajes, ni siquiera por el de la omnipresente protagonista y sin embargo de todos nos enamoramos: de los simples, los rastreros, los medradores, los dóciles, los taciturnos, los mediocres y, sobre todo de ella: despiadada, cruel, mordaz, inteligente, frágil y gélida al tiempo.
Veep es una serie de altura, una serie honesta y compleja, la mejor comedia de nuestro tiempo, una serie necesaria.
David Barreiro para Niebla Road
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Imagen promocional de la serie VEEP |
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